Guasones: Nos sentimos muy Reyes de la noche
- Brenda Petrone Veliz
- 18 oct 2021
- 2 Min. de lectura
El pasado viernes se presentó Guasones en La Plaza de la Música por primera vez con el público de pie y en el campo.
Fotos: Lucas Matías
Una noche épica. Eso era, épica. Tenía tanto una cuota de rock como de recital a la vieja escuela. Parados, juntos y sobre la fina línea de la valla. Dos eran los campos que separaban a la gente según su entrada. Uno era el mismo sentimiento que los unía: volver a un recital como estábamos acostumbrados antes.
Mientras la tarde descendía en sus encantos, 4 al Hilo subió al escenario de La Plaza para previar el show de Guasones. Cuenta regresiva, Sube y Baila un Rock and Roll cerraron el recital cordobés y dejaron bien picantes las tablas del escenario. Con vítores y aplausos, la banda se retiró feliz y agradecida con el público y la organización.

Cerca de las 21 horas, los músicos platenses subieron al escenario en penumbras y en el primer tema alguno que otro se prendió un cigarrillo. Los vasos de vino no tardaron en llegar para completar la escena entre los acordes furiosos de Me muero y Ella sabe.
Iluminados por unos largos reflectores que nunca se apagaron, la banda no paró de tocar ni un segundo. La lista de temas se sucedía uno tras otro con una energía explosiva e impactante. La audiencia tenía un color diferente, pero capaz era porque estaba más junta. Así como cuando te paras sobre un inmenso filtro de cara al sol y tu alrededor se ve del mismo tono, pero jugando con los blancos y los negros de cada superficie. Mágico e inspirador sin dudas.

Vivimos un ritual de cuerpos antes atados saliendo al descontrol. Un hombre enyesado corrió hacia la gente para ponerse en el medio de la adrenalina de esa juntura de placer que saltaba al son de El Huracán. Después, como si la pandemia hubiera sido un extraño sueño eterno, un abrazo colectivo con una mínima distancia sentía el dolor acurrucarse en el pecho de Me estas tratando mal y Canción para un amigo.
Entre pitadas y tragos, Guasones levantó la vara de un metro que los separaba de la gente para sentirse más que unidos. Facundo Soto, el cantante, se movía con una sutileza admirable de una punta a la otra del escenario. Juagaba con el público y arrasaba el lugar con sus ajustados pantalones de cuero y sus oscuros lentes de sol.
Unas cuantas Telecaster muy iguales entre sí acompañaron a los músicos en canciones como Brilla y Pasan las horas, pero abandonaban la escena cuando Soto sacaba la electroacústica en canciones como 100 años más.

La magia intachable de Guasones derretía el piso y lo hacía moverse en todas direcciones al ritmo del pogo que tanto extrañábamos. Sin duda éramos los verdaderos Reyes de la noche que habíamos abandonado hace casi dos años atrás.
Baile, rock and roll, vasos que volaban y parlantes destructores de tímpanos. No te das cuenta de lo que perdés hasta que efetivamente te das cuenta que lo necesitabas. Así se resumió una noche tremenda en la Plaza de la Música que, tras el temón de Dame, se rogó para que volvieran a tocar el repertorio una vez más. Nadie se quería ir. Todos queríamos un loop de ese recital ardiente, frenético e imprescindible.
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