Babasónicos en Córdoba: La vuelta de los clásicos

La banda de rock que enciende cuerpos se presentó en la Plaza de la Música y afirmó por qué sigue siendo involteable del Olimpo.

Fotos: Lorrain Carrano

Muchos celulares tratan de captar la salida de Babasónicos al escenario. La gran cantidad de gente canta Bestia Pequeña como si nunca antes hubieran tenido la oportunidad de declararse al mundo: "No soy todo eso que esperas de mí".

El rock viejo, psicodélico, delirante y sexual traspasa los parlantes y juega con la lengua de las luces verticales. La pantalla led se enciende como quiere y cuando quiere. Dárgelos agarra una tanga que le tiran al escenario. Si se sigue moviendo así, va a lograr desnudar a todos. Y el calor va a ayudar.

"El público de Córdoba así" y levanta las manos como rezándole a su casa y agradeciendo la velada. Cretino y Sin mi diablo, el Ingrediente perfecto que a mi forma de amar le falta. La gente se mueve bajo los hilos de una banda que sabe conseguir lo que tanto desea: sexo entre melodías y que nadie moleste tocando la puerta.

Las canciones de grandes discos como Jessico - que este año cumplió 20 - están acompañadas de las imágenes de sus portadas en el tremendo led del fondo. El escenario sostiene la seducción al pie del cañón y La izquierda de la noche se siente potente.

Los treintañeros gritan en cada temazo. Los quinceañeros, también. La edad no importa cuando la banda que te golpea el alma - y te agita la cuestión - está dando el mejor show del mundo. Dárgelos pide más ovación. Le encanta y lo hace notar sin culpa. A los Desfachatados les da Risa.

Después del falso cierre con P*tita, la medianoche se acerca sigilosa, pero las Once siguen siendo las preferidas. Babasónicos se queda con ganas de más. El público, ni hablar. Gracias y más que gracias en el final. Una vez más, nos volvimos a juntar.